La Zona Zero. La crisis que no conocemos.
El 11 de septiembre de 2001 constatamos atónitos la caída de dos torres que representaban el predominio económico de Estados Unidos que, a su vez, daban cuenta del éxito del mercado como modelo de desarrollo económico.
Desde ese día en adelante, hemos visto como las decisiones de los Estados se han conducido con una irracionalidad que impidió entender lo que significaba esta caída. Paradójicamente, siete años después, la humanidad se enfrenta a un modelo de desarrollo insostenible. La superestructura financiera, incapaz de justificar los procesos de desarrollo económico de miles de millones de individuos, se ve destruido en sus propias ideas fundacionales, hoy injustificables.
Las consecuencias son inconmensurables, y millones de individuos carecen de las certezas que les entregaba el modelo de desarrollo neo liberal, sustentado en la actividad privada, el ánimo de lucro, la selección del mercado, que según se exponía, tendía a la perfección.
La relación de las personas con el mercado, se ha quebrado, y son ellos quienes hoy buscan respuestas del Estado. ¿Podrá el Estado enfrentar estos ilimitados requerimientos de prestaciones, estabilidad y sentido? El nuevo Presidente de Estados Unidos, Barack Obama ha puesto la crisis en su correcta perspectiva histórica, estamos frente a la crisis más grave de la humanidad desde la gran depresión de 1930. Pero ¿qué significa esto?, ¿cuánto afectará nuestras vidas?, ¿cómo afectará a los grupos más vulnerables? Muchas de estas preguntas no tienen una respuesta, son una incertidumbre.
Desde ese día en adelante, hemos visto como las decisiones de los Estados se han conducido con una irracionalidad que impidió entender lo que significaba esta caída. Paradójicamente, siete años después, la humanidad se enfrenta a un modelo de desarrollo insostenible. La superestructura financiera, incapaz de justificar los procesos de desarrollo económico de miles de millones de individuos, se ve destruido en sus propias ideas fundacionales, hoy injustificables.
Las consecuencias son inconmensurables, y millones de individuos carecen de las certezas que les entregaba el modelo de desarrollo neo liberal, sustentado en la actividad privada, el ánimo de lucro, la selección del mercado, que según se exponía, tendía a la perfección.
La relación de las personas con el mercado, se ha quebrado, y son ellos quienes hoy buscan respuestas del Estado. ¿Podrá el Estado enfrentar estos ilimitados requerimientos de prestaciones, estabilidad y sentido? El nuevo Presidente de Estados Unidos, Barack Obama ha puesto la crisis en su correcta perspectiva histórica, estamos frente a la crisis más grave de la humanidad desde la gran depresión de 1930. Pero ¿qué significa esto?, ¿cuánto afectará nuestras vidas?, ¿cómo afectará a los grupos más vulnerables? Muchas de estas preguntas no tienen una respuesta, son una incertidumbre.
Ya se está poniendo a prueba los requerimientos del Estado, estos no son sólo transferencias de recursos, es el intento de entregar la confianza perdida en el mercado y, dar estabilidad política a los sistemas económicos que se encontraban supuestamente consolidados.
Los capitales se encuentran inquietos, pero activos, naturalmente el ánimo de lucro, se contrapone con las necesidades del Estado de dar una respuesta efectiva al desempleo y los grupos económicamente más vulnerables.
Esta contraposición y falta de responsabilidad de los actores económicos está asociada directamente a la interdependencia que se genera desde el capital y el empleo, y hoy, más que nunca, la transferencia de recursos de lo público a lo privado se encuentra justificada en la necesidad de que la actividad económica no se detenga en su totalidad.
Todo un problema, porque lo público trata de dar salvavidas a la actividad empresarial, pero ésta no tiene y, supuestamente, no puede retribuir a los trabajadores y sus familias de la misma forma. El ánimo de lucro, la supervivencia económica, es más importante que los empleos que se pierden. Naturalmente, las expectativas no son auspiciosas y no se justifica ningún tipo de riesgo.
Este diálogo de sordos, en que el Estado enfrenta la tensión social, y en que la empresa esgrime su libertad económica colocará a los actores en una Zona Zero. En esta Zona Zero no hay diálogo, no hay nada más que hablar, no hay nada más que entregar, no hay solución posible, sólo desasosiego y vacío. El sistema pierde su autoconfianza, el Estado trata de subsidiar esta confianza, la participación del Estado da menos confianza en los actores económicos, hay menos intercambio, no hay crecimiento, y a pesar de los esfuerzos, continuará aumentando el desempleo, ya nada asegura la productividad, radicada en la actividad privada, los mercados comienzan a desabastecerse y se gesta una crisis políticas sin precedentes en el mundo.
¿Podremos salir de la Zona Zero? ¿Podremos decidir construir una nueva estructura que represente una nueva época en las relaciones sociales? Sólo es posible esta nueva construcción si se reconoce el error principal, el error fundacional, el mercado no es perfecto, no lo va ser y no va a constituir la solución a los problemas de la humanidad. Si los defensores del sistema neoliberal reconocen su error, las víctimas de siempre, los más pobres, y los actores económicos que han actuado con desidia e irresponsabilidad podrán encontrarse en la Zona Zero.
Si no es posible reconstruir nuestras relaciones de respeto, y ajustar las expectativas de desarrollo humano, millones de personas no sobrevivirán a la crisis, por las carencias humanitarias básicas esgrimidas en nombre “del libre mercado”.
10 de febrero de 2009
DRA
Los capitales se encuentran inquietos, pero activos, naturalmente el ánimo de lucro, se contrapone con las necesidades del Estado de dar una respuesta efectiva al desempleo y los grupos económicamente más vulnerables.
Esta contraposición y falta de responsabilidad de los actores económicos está asociada directamente a la interdependencia que se genera desde el capital y el empleo, y hoy, más que nunca, la transferencia de recursos de lo público a lo privado se encuentra justificada en la necesidad de que la actividad económica no se detenga en su totalidad.
Todo un problema, porque lo público trata de dar salvavidas a la actividad empresarial, pero ésta no tiene y, supuestamente, no puede retribuir a los trabajadores y sus familias de la misma forma. El ánimo de lucro, la supervivencia económica, es más importante que los empleos que se pierden. Naturalmente, las expectativas no son auspiciosas y no se justifica ningún tipo de riesgo.
Este diálogo de sordos, en que el Estado enfrenta la tensión social, y en que la empresa esgrime su libertad económica colocará a los actores en una Zona Zero. En esta Zona Zero no hay diálogo, no hay nada más que hablar, no hay nada más que entregar, no hay solución posible, sólo desasosiego y vacío. El sistema pierde su autoconfianza, el Estado trata de subsidiar esta confianza, la participación del Estado da menos confianza en los actores económicos, hay menos intercambio, no hay crecimiento, y a pesar de los esfuerzos, continuará aumentando el desempleo, ya nada asegura la productividad, radicada en la actividad privada, los mercados comienzan a desabastecerse y se gesta una crisis políticas sin precedentes en el mundo.
¿Podremos salir de la Zona Zero? ¿Podremos decidir construir una nueva estructura que represente una nueva época en las relaciones sociales? Sólo es posible esta nueva construcción si se reconoce el error principal, el error fundacional, el mercado no es perfecto, no lo va ser y no va a constituir la solución a los problemas de la humanidad. Si los defensores del sistema neoliberal reconocen su error, las víctimas de siempre, los más pobres, y los actores económicos que han actuado con desidia e irresponsabilidad podrán encontrarse en la Zona Zero.
Si no es posible reconstruir nuestras relaciones de respeto, y ajustar las expectativas de desarrollo humano, millones de personas no sobrevivirán a la crisis, por las carencias humanitarias básicas esgrimidas en nombre “del libre mercado”.
10 de febrero de 2009
DRA
Labels: Política
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